miércoles, 9 de febrero de 2011

EL NIVEL SOCIO-ECONOMICO


El impacto de La Economía venezolana en la dinámica social ActualEl sistema económico venezolano ha sido definido como capitalista-rentista, donde existe la iniciativa y la propiedad privada, pero con un elevado nivel de participación del Estado en la actividad económica. Ocurre además que dicho Estado obtiene recursos para ésta participación de los beneficios de la actividad petrolera, es decir, vive de la Renta petrolera (de ahí la denominación de Estado rentista). A pesar de la subsistencia de formas de producción no capitalistas, el modo capitalista de producción es sin duda el predominante en la economía venezolana.
Desde la década de los setenta Venezuela ha experimentado un proceso importante de descentralización política, económica y administrativa, que ha generado un mayor equilibrio geoeconómico, aunque todavía se mantienen enormes desequilibrios en la ocupación y aprovechamiento del espacio geoeconómico venezolano. Los últimos veinte años del siglo veinte fueron en especial difíciles para la Economía venezolana que creció entre 1976 y 1996 a una tasa promedio anual de 2,14%, mientras la población crecía en el mismo período a un ritmo de 2,18% anual, tasa ésta mayor que el nivel de crecimiento económico ya mencionado. Como consecuencia de ésta situación, Venezuela, según estadísticas del Banco Mundial, pasó de ocupar el primer lugar en 1976 entre los países latinoamericanos en cuanto al Ingreso Per Cápita, al octavo puesto en 1996.
Antes de la década de los Ochenta, las expectativas económicas de Venezuela apuntaban a una enorme facilidad para acceder a una riqueza cada vez mayor, así como a una cada vez mayor igualdad en el ingreso familiar que hacia surgir una clase media cada vez más numerosa. Después de los años Ochenta, la realidad señala un creciente aumento de la Desigualdad, que se manifiesta en el hecho de que, para el año 2000, el 10% de la población venezolana concentraba en sus manos cerca del 42% del ingreso total del país.
La combinación de mayor desigualdad y disminución del Ingreso per cápita se ha traducido en el caso venezolano, en un notable y preocupante incremento de la pobreza, la relativa prosperidad que vivió Venezuela hasta inicios de los Ochenta, hizo surgir el calificativo de Venezuela Saudita para referirse a los cuantiosos recursos que generó el auge de la actividad petrolera. Esa prosperidad no se debió al trabajo de los venezolanos sino al aumento de la Renta petrolera, siendo esto agravado por el mal uso que se dio a gran parte de los ingresos obtenidos, que no fueron destinados a la creación de formas de generación de riqueza distintas del ingreso petrolero. 
América Latina y Venezuela: Del proteccionismo al Neoliberalismo
América Latina en general, ha experimentado importantes cambios económicos, en especial luego de los años ochenta, antes de esa fecha, la mayoría de los países de la región habían adoptado la política de sustitución de importaciones recomendada por la CEPAL con la cual, se restringía fuertemente la inversión extranjera buscando favorecer la producción industrial de los países de la región. A finales de los Ochenta, y en parte arrastrados por una tendencia mundial iniciada en los EE.UU. e Inglaterra, y promocionada por organismos como el Banco Mundial y el FMI (Fondo Monetario Internacional), los países latinoamericanos comenzaron a aplicar políticas para la privatización de las empresas públicas y la apertura de sus mercados nacionales.

Así, Venezuela adoptó a partir de 1989 políticas de apertura comercial, privatización y liberalización de la economía, que llevaron a quienes se oponían a dichas políticas a acusar al gobierno de Neoliberal. Aunque en el resto de los países latinoamericanos las reformas siguieron adelante, en el caso venezolano, el impulso hacia la liberalización económica se vio detenido luego de 1992, como consecuencia del aumento del grado de conflictividad social que desencadenó una profunda crisis política que llevo a la destitución del presidente Carlos Andrés Pérez.
Al evaluar la situación general de América Latina tras más de diez años de reformas económicas destinadas a lograr la Liberalización de sus mercados, puede afirmarse que los resultados, aunque difieren de un país a otro, han sido principalmente: un mayor control de la inflación, reactivación del crecimiento económico, cierta recuperación del dinamismo de las economías latinoamericanas, así como un innegable avance en la difícil tarea de reformar el Estado. Sin Embargo, las reformas económicas no han logrado reducir significativamente los niveles de pobreza, ni frenar el crecimiento del desempleo, así como tampoco han podido lograr una recuperación real del salario de los trabajadores.
La brecha social, lejos de disminuir, continúa hoy aumentando, pues, aunque los pobres son hoy menos pobres en cuanto a su poder adquisitivo, ocurre también que los ricos son cada vez más ricos, gracias a su ventajosa situación económica. Esta gran desigualdad en el nivel de ingreso entre ricos y pobres se debe en gran medida a las diferencias existentes entre unos y otros en cuanto a su formación, así como a las distintas posibilidades que poseen de acceder al uso de los recursos naturales.

Educación y Desarrollo económico.
Distintos organismos y personalidades del mundo académico han coincidido en señalar que, la única posibilidad real de reducir de manera importante los nivelas de pobreza en América Latina es a través de la implementación de una profunda reforma educativa. En Venezuela, como ya se señaló, la distribución del ingreso se ha hecho cada vez más desigual, a la vez que se ha reducido el nivel de ingreso. Sí a ello se suma que el sólo crecimiento económico no garantiza mayor igualdad social, se tiene entonces que la única vía eficaz para lograr mayor justicia social en la distribución de la riqueza, es el mejoramiento del nivel educativo de la población, y en especial, de los más pobres.

Es indudable que existe una clara relación entre el nivel de igualdad en la distribución del ingreso y el número de años de escolaridad promedio de un país. En Venezuela la población de más bajos recursos se encuentra en desventaja, tanto en el número de años de escolaridad como en la calidad de la Educación que recibe, así, los hijos de las familias de mayores recursos, no sólo reciben más años de educación que los de familias de bajos ingresos, sino que además, reciben una educación de mayor calidad. Mejorar esa situación, aunque requerirá varios años de esfuerzo continuo por parte de la sociedad venezolana, es sin embargo indispensable. 
Es importante señalar que una reforma educativa tiene un efecto moderado en la superación de la pobreza en el corto plazo, pero a largo plazo, su impacto en la calidad de vida de la población es profundo. Además, una reforma integral que comprenda cambios estructurales en la economía y en la educación logrará efectos que se harán perceptibles de inmediato. En resumen, la receta para alcanzar un alto nivel de ingreso con distribución más equitativa es fácil de entender pero difícil de realizar: Una economía de mercado más eficiente y una educación de calidad para
El Auge de la Pobreza:
Al revisar las estadísticas referentes a las denominadas pobreza Crítica y Extrema en Venezuela, se observa que para el año 2000, cerca del 70% de las familias se encontraban en situación de pobreza, frente a un 18% que se encontraba en esa misma situación para 1980, en menos de veinte años, el número de pobres en Venezuela se ha triplicado. El acelerado crecimiento de la pobreza en Venezuela está vinculado a la reducción del empleo y del salario real.
 En los años setenta, Venezuela conoció el pleno empleo, pero después del Viernes Negro las cifras del empleo informal no han dejado de crecer, ubicándose siempre por encima del 30% al tiempo que el desempleo abierto, es decir, la proporción de la fuerza de trabajo que está desocupada y buscando empleo, ha oscilado después de 1983 entre el 6 y el 13%: Sumando el desempleo y el empleo informal se tiene que de 1983 en adelante, solamente el 50% de la fuerza de trabajo venezolana ha contado con un empleo fijo.

Esta disminución significa en la práctica que, una proporción creciente de la población vive en condiciones precarias, en viviendas cada vez más improvisadas y en condiciones de hacinamiento. 
La causa inmediata de la pérdida del poder adquisitivo, que se refleja en la calidad del consumo y de la vivienda, está asociada a la caída del salario real. Si se analiza el valor nominal de las remuneraciones obtenidas por los trabajadores en bolívares, se observa que los ingresos han crecido notablemente. Un trabajador que ganaba en el año 1978 Bs. 2.000,00, gana hoy, debido a la inflación Bs. 321.000,00, sin embargo puede adquirir con ese monto menos bienes y servicios que los que podía adquirir veinte años atrás. Esto se debe a que, en realidad, el salario real promedio, que creció ininterrumpidamente entre 1950 y 1978, ha sufrido desde entonces un severo desplome a tal punto que, en términos reales, se encuentra hoy al mismo nivel del año 1950. Aunque pueda parecer increíble, en un país donde han ingresado cientos de miles de millones de dólares por la explotación petrolera, la remuneración del trabajo no ha hecho sino disminuir en los últimos veinticinco años. La explicación de esta paradoja requiere hacer uso del análisis económico, para revelar los inicios de la crisis venezolana.
El Comienzo de la crisis venezolana.
Al analizar los indicadores económicos más importantes se observa que en Venezuela, a diferencia de la mayoría de las economías modernas, se ha presentado desde 1983 una marcada disminución de la productividad, disminución cuyos orígenes se remontan al aumento brusco y repentino de los precios del petróleo ocurrido en 1973. Antes de esa fecha, la inversión privada y gran parte de la pública, se hizo para abastecer un mercado interno protegido por la política de Sustitución de Importaciones, lo que llevó a la creación en el país de un parque industrial que antes era inexistente. Debido a lo limitado del mercado nacional y la ineficacia de la inversión realizada, la avalancha de inversiones públicas y privadas que se produjo luego de 1973 dio como resultado una disminución y no un aumento de la productividad general de la economía venezolana. Es en ese momento que puede ubicarse los orígenes de la crisis del modelo rentista venezolano, pues el país no supo ni pudo absorber de manera eficiente la Sobredosis de capital que entró desde el exterior entre 1974 y 1978.
En 1978, la inversión anual llegó a un punto máximo cercano al 45% del producto Interno bruto (P.I.B.) , y comenzó a descender al ser frenada por la caída en los rendimientos o ganancias. A partir de 1983, la caída de los precios del petróleo alejó también la inversión, pero es importante destacar que dicha baja en los precios del crudo no fue la causa original de la crisis, sino que contribuyó a agravarla y la hizo más difícil de superar. De 1983 en adelante, la inversión anual se ubicó por debajo del 20% del P.I.B., contribuyendo esta disminución a que el parque industrial venezolano se volviese progresivamente obsoleto.
El aumento de los ingresos petroleros como consecuencia de la Guerra del Golfo, en 1991, ensombreció el panorama de mejoría económica pues aportó nuevos recursos rentísticos (es decir, provenientes de la renta petrolera) a la economía nacional, que hicieron al gobierno abandonar muchos de los esfuerzos reformadores implementados en 1989. Además, la crisis política de 1992 y 1993, la crisis financiera de 1994 y 1995, revirtieron los efectos positivos del "paquete" y agudizaron las tendencias negativas que venía arrastrando la economía venezolana desde hace décadas. Desde los años noventa y hasta hoy, la economía venezolana viene pagando las consecuencias de no haber adoptado las medidas necesarias para El aumento de los ingresos petroleros como consecuencia de la Guerra del Golfo, en 1991, ensombreció el panorama de mejoría económica pues aportó nuevos recursos rentísticos (es decir, provenientes de la renta petrolera) a la economía nacional, que hicieron al gobierno abandonar muchos de los esfuerzos reformadores implementados en 1989. Además, la crisis política de 1992 y 1993, la crisis financiera de 1994 y 1995, revirtieron los efectos positivos del "paquete" y agudizaron las tendencias negativas que venía arrastrando la economía venezolana desde hace décadas. Desde los años noventa y hasta hoy, la economía venezolana viene pagando las consecuencias de no haber adoptado las medidas necesarias para diversificar el aparato productivo nacional y hacerlo más competitivo. El precio más alto pagado por los errores económicos, lo constituye un aumento sin precedentes de la pobreza, que hoy afecta a uno de cada dos venezolanos.          
Los orígenes Históricos de la Actual Crisis
Las raíces de los males que hoy padece el país, se encuentran íntimamente vinculados a la naturaleza rentista de la economía venezolana y a la forma en que el sistema político imperante en Venezuela en los últimos cincuenta años ha hecho uso de esa renta petrolera. Entre esas causas hay que destacar el papel jugado por la Tasa de Cambio bolívar/dólar, pues dicha tasa ha estado constantemente sobrevaluada desde los años treinta. Esa sobrevaluación del bolívar mejoró el poder adquisitivo de la moneda nacional haciendo más baratas las importaciones, por lo que el desarrollo industrial se vio afectado ante la imposibilidad de los productos venezolanos de competir con la producción importada, está situación afecto negativamente la oferta de empleos en el país.
Como un intento de corregir esa situación, a partir de 1959 se adoptó la política de Compre venezolano, es decir la política de sustitución de importaciones. Como consecuencia de esas políticas, surgieron en pocos años numerosas empresas, muchas de ellas, lamentablemente, simples ensambladoras de piezas foráneas o envasadoras de productos importados. La política del Compre venezolano fue exitosa en lo referente a crear empleos y dotar al país de una base industrial. Sin embargo, las empresas creadas no tuvieron alguna clase de incentivos que las llevara a ser más eficientes o competitivas. El éxito de la mayoría de las empresas venezolanas que surgieron como consecuencia de la política de Sustitución de Importaciones, dependió de la posibilidad de acceder a los favores del gobierno de turno.
En el caso de las empresas públicas, propiedad del Estado venezolano, el impacto de las enormes inversiones realizadas fue mayor. La nacionalización de las industrias básicas (Acero, Aluminio y Petroquímica) y de las industrias del Hierro y el Petróleo, fue realizada aspirando desarrollar nuevos sectores exportadores cuyos requerimientos de capital eran tan altos que sólo podían ser asumidos por el Estado venezolano. Sin embargo, el proceso de inversión resultó ineficiente, ya que la administración de las empresas nacionalizadas estuvo dominada por el clientelismo, y además, los precios de sus productos sufrieron largos períodos de baja en los mercados internacionales.
El costo económico de la nacionalización de esas empresas fue muy alto, pues el Estado debió asumir una enorme deuda externa para financiar las inversiones realizadas y, más adelante, debió cubrir las pérdidas producidas por el ineficiente manejo de dichas empresas.
Además de la inversión y el fomento al desarrollo industrial, el otro mecanismo utilizado en Venezuela para la distribución de la renta petrolera fue el gasto público. De 1958 en adelante, floreció una burocracia clientelar que repartía cargos, muchos de ellos innecesarios, a los militantes y simpatizantes de los principales partidos políticos. El resultado de esta práctica fue el surgimiento de una Administración Pública hipertrofiada y poco capaz, que contribuyó al debilitamiento del Estado y al fomento de la corrupción. El efecto más nocivo de la corrupción administrativa para la sociedad venezolana ha sido la aparición de una actitud generalizada en la población de ver la cosa pública como una torta de las que todos quieren su pedazo, dicha actitud se manifiesta en la evasión de impuestos, el robo de equipos en los hospitales, el cobrar sin trabajar, entre otras. Es indudable que la corrupción ha sido uno de los mecanismos para el reparto de la renta petrolera en Venezuela, que más problemas ha traído.
El Impacto Social de la Crisis venezolana
El incremento en la pobreza, el desempleo y la proliferación de la economía informal han tenido un profundo impacto en la sociedad venezolana, especialmente en los sectores más humildes de la población. El 80% de la población del país es urbana y vive en centros con más de diez mil habitantes. De ellos, más de la mitad vive en barrios, que son zonas de poblamiento irregular surgidos en su mayoría de la migración masiva de personas del campo a la ciudad. Así el desarrollo industrial de Caracas, Maracaibo, Valencia, Barquisimeto, Maracay y Puerto Ordaz ha hecho surgir en esas ciudades cinturones de miseria, llenos de personas que llegaron a la ciudad en busca de empleo. Aunque el Estado venezolano ha dotado a muchos de esos barrios de infraestructura y servicios básicos, el carácter anárquico y precario de la mayoría de ellos ha impedido un correcto desarrollo urbanístico de la mayoría de las ciudades venezolanas. 

Debido al crecimiento de la población en los barrios, la imposibilidad de adquirir viviendas fuera de ellos y la dificultad de emprender nuevas invasiones de terrenos cerca de las ciudades, la mayoría de los barrios en Venezuela (en especial en Caracas) han visto aumentar su densidad poblacional en los últimos años, con lo cual cada vez más venezolanos nacen en situación de pobreza. El hacinamiento resultante, la falta de empleo y la pobreza creciente, en medio de una sociedad que hace gala de un gran consumismo y que pregona la riqueza fácil, han actuado como caldo de cultivo para el surgimiento de gravísimos problemas sociales como la delincuencia, el incremento de la promiscuidad y, la desintegración de la familia tradicional.

El impacto de la crisis en la Familia venezolana
La tendencia mundial en las últimas décadas ha sido hacia la disolución de la extensa familia tradicional y su sustitución por la familia nuclear, compuesta solamente por la madre, padre e hijos. La pareja ha pasado de ser una forma estable de convivencia a ser remplazada por uniones sucesivas que dejan a la mujer con hijos de diferentes padres, no hay indicios que hagan pensar que esta tendencia se revierta, pues las presiones y expectativas de la vida moderna, con su especial énfasis en el logro y la felicidad individual, hacen más bien que dicha tendencia se acentúe cada vez más.
            En los barrios venezolanos conviven el trabajador, el estudiante, la ama de casa, el vago y el malandro, proviniendo muchas veces todos ellos de una misma familia, sin que se haya podido explicar hasta ahora, por qué cada uno toma un camino diferente. La familia que predomina entre los sectores más pobres de la sociedad venezolana es la centrada en la madre, ya que en más del 25% de los hogares de Venezuela el padre está ausente, o bien se encuentra presente sólo de manera temporal y jugando un papel secundario en la organización familiar.
En la clase media venezolana predomina el concepto de pareja por sobre el de matrimonio, de hecho, en Venezuela el número de matrimonios se ha reducido notablemente en los últimos tiempos. Esta reducción está sin duda asociada al aumento de las dificultades económicas, pues casarse implica altos costos (vivienda, equipamiento, manutención de los hijos) que llevan a muchas parejas a prescindir del matrimonio, prefiriendo una unión temporal, muy al estilo europeo actual. Además el número de separaciones y divorcios ha crecido enormemente en los últimos años.
En la sociedad venezolana actual es la mujer quien asume mayoritariamente la carga familiar. A la vez que es madre, la mujer venezolana es casi siempre, el sostén principal del hogar. La necesidad de trabajar ha hecho que las mujeres venezolanas dediquen cada vez menos tiempo a sus hijos, quienes son llevados a guarderías o, en muchos casos, quedan solos en casa o en la calle. El predominio de nuevas formas de organización familiar ha hecho olvidar que, la familia extensa tradicional ofrece a los individuos el espacio más idóneo para su desarrollo interpersonal y para su bienestar. Presentando esto una visión futura de la sociedad venezolana muy negativa.
El 11% de la familia venezolana, que vive en los sectores socioeconómicos “D y E”, duermen, ven televisión, se alimentan, orinan y defecan en una misma habitación, ya que sus viviendas tienen un solo espacio físico. Esta es una dramática realidad. Esto es hacinamiento. Pero si estas cifras no despiertan la atención, tanto del gobierno, como de la oposición, agregamos que más del 60% de los venezolanos de estos sectores socioeconómicos consumen pollo y carne una vez al mes, y cuando hablamos de pollo y carne hablamos de alitas y paticas y por otro lado, de bofe
Las misiones de la revolución no están llegando a los pobres. Lo que el gobierno entiende como programas sociales, atienden más al ofertismo electoral, a la publicidad, que a verdaderas estrategias dirigidas a mejorar la calidad de vida de los sectores más humildes
El Plan Barrio Adentro, que tiene que ver con la asistencia médica, tiene un nivel de conocimiento que sobrepasa el 76%. Sin embargo, cuando se le preguntó a los encuestados, todos pertenecientes a los sectores sujetos supuestamente a esos beneficios, si él o algún miembro de su familia ha sido asistido por ese plan, apenas el 27% responde afirmativamente. Algo similar ocurre con los otros
A la misión “Vuelvan Caras” le va peor: cuando le preguntaron a venezolanos de los sectores D y E si él o algún miembro de su familia ha participado o ha recibido algún tipo de servicios por parte de esa misión, o ha recibido de ella algún tipo de ayuda, apenas el 7,5% respondió que sí, mientras que el 92,5% dije que no
A los gobiernos no les gusta cuando les decimos la verdad, y para ser sinceros, a los otros gobiernos también les molestaba, con la diferencia de que aquellos no amenazaban con denunciarnos ante organismos penales por ello, ni nos agredían, como lo están haciendo ahora.
La pobreza ha demostrado que no tiene que ver nada con enunciados ni con programas ni con revoluciones. Su curso, en Venezuela, ha sido indetenible y ha logrado sumar en sus filas cada vez a más gente. Entre los pobres se ha encargado de entronizar sus efectos y entre sectores que luchaban tradicionalmente por salir de ella han aumentado sus integrantes.
De ello habla Víctor Manuel García, presidente de Cifras Encuestadora C.A. (CECA) y editor del Informe en Cifras, la publicación semanal en Internet de análisis informativo y documental. Y lo hace a propósito de que esta semana fue presentada, con gran acogida en los medios de comunicación del país, la II Parte de la Radiografía Social de Venezuela, un estudio que lamentablemente nos revela que ahora somos más pobres.
-¿Por qué esa radiografía y qué le revela al país?
Lo fundamental, la génesis de este estudio, fue determinar la situación económica y social de los sectores más necesitados del país. Hay que recordar que en la primera entrega, que hicimos al Episcopado Venezolano, en la conmemoración de la Semana por la Vida, dentro de la Encíclica de su Santidad Juan Pablo II, Evangelio de Vida, habíamos encontrado que en Venezuela existía una nueva clase de ricos, la cuál estaba integrada por oficiales de alto rango de nuestras Fuerzas Armadas Nacionales y burócratas civiles al servicio de la revolución. Paralelamente encontramos en todas las grandes urbes de Venezuela, un cinturón marginal, cuyos integrantes no podían ser estudiados atendiendo a los parámetros tradicionales de ingresos, dieta diaria alimentaria, vivienda, recreación, salud y educación, debido a que estos venezolanos se encontraban o se encuentran en la indigencia y la mendicidad.
Por ello tomamos la iniciativa en CECA de profundizar el estudio en los sectores D y E de la población ¿y qué nos encontramos?
En primer lugar que los venezolanos pobres cinco años después de la revolución, son dramáticamente más pobres. ¿Por qué afirmamos esto? El 57% de la familia venezolana que vive en estos segmentos sociales apenas si puede hacer dos comidas diarias. El 11% de la familia venezolana que vive en estos sectores socioeconómicos, en lo que ellos llaman vivienda, en un solo espacio físico duermen, ven televisor, se alimentan, orinan y defecan. Esta es una realidad. El 11 por ciento de la familia venezolana habita en viviendas de un solo espacio, esto es hacinamiento. Pero si estas cifras no despiertan la atención, tanto del gobierno, como de la oposición, agregamos que más del 60% de los venezolanos de estos sectores socioeconómicos consumen pollo y carne una vez al mes. Ahora bien, cuando profundizamos en la investigación cualitativa, los resultados de las dinámicas de grupo, de los focus group, nos revelan que lo que esta gente entiende por pollo son alitas y paticas de pollo, y lo que entienden por carne, es bofe.
AHORA LOS JEFES DE HOGARES SON MAS JÓVENES Y MAS POBRES
Otro aspecto importante que es necesario abordar en este estudio sobre la pobreza, es el relativo al de los jefes de hogares. Cuando iniciamos esta investigación habíamos estandarizado nuestros grupos etáreos en cuatro subgrupos: 18 a 24 años, 25 a 35 , 36 a 47 y 47 y más años. Sin embargo, cuando fuimos a aplicar el instrumento en campo, nos sorprendió una realidad: el 15 por ciento de los jefes de hogares de las familias de los sectores más humildes son venezolanas y venezolanos cuyas edades se encuentran entre 15 y 18 años. Es decir, jovencitas y jovencitos que deberían estar asistiendo a su escuela o a su bachillerato, ya son jefes de hogares con uno, dos o tres muchachos.
Sorpresivamente también encontramos que el 48 por ciento de las familias de los sectores D y E conviven por vivienda entre cuatro y ocho personas, pero si algo resulta alarmante es esto: de los que integran este sector, el 42,1% está desempleado. En el último año hay una variación del 2,3% de crecimiento, al pasar del 39,8 en el 2003 al 42,1 en el 2004 el desempleo de estos sectores socioeconómicos. Otro punto que revela la situación de pobreza de estos compatriotas de los sectores más humildes, es que el 42,2% vive del denominado “rebusque” diario, como lo catalogan; es decir, tienen ingresos diarios en lo que llaman “matar tigres”. Por ejemplo, llevar bolsas del supermercado o cuidar carros en la calle.

VIOLENCIA Y DESEMPLEO
El año 1997 la cifras de fallecidos por violencia en Venezuela se ubicaban en 4.306 personas al año. En el año 2003 subió esta cifra a 10.576 fallecidos por violencia. Es decir, un aumento de más del 145%. Otro indicador es el desempleo. Por ejemplo, en el año 1997 la cifra de desempleo era del 10.3%. En el año 2.004 el desempleo se ubica en un 20% de la población económicamente activa, que se estima en 11 millones 800 mil personas. La economía informal es otro indicador que nos revela la ineptitud y la incapacidad del régimen por mejorar la calidad de vida de los venezolanos. El año 1997, 40% de la población económicamente activa estaba en la economía informal. En el año 2004 esta cifra se ubica en un 56,3%. Esto revela que más del 70% de la población económicamente activa venezolana, está en la economía informal o está desempleada. Eso es una gran realidad. Entonces, o asumes tu incapacidad para mejorar las condiciones de vida de los venezolanos, o sencillamente tratas de desvirtuar las campanas de alarma que te están dando el mensaje y el mensajero, Desgraciadamente la revolución bolivariana opta por lo segundo.
-Las encuestas son fundamentalmente un instrumento democrático. Acallarlas es una tentación de los regímenes sensibles a la piel y prestos a actuar. ¿Ha recibido o percibido CECA estas amenazas?
-La respuesta es un categórico sí. Por supuesto que hay presión. Cuando observas que el régimen, a través de su página oficial, denominada aporrea.org, anuncia que Víctor Manuel García va a ser denunciado penalmente ante la Fiscalía General de a República, por golpista por propiciar el desmembramiento del territorio nacional está ejecutando un mecanismo de presión, utilizando medidas coercitivas para silenciar, para cercenar, para coartar, lo que en definitiva es la voz del pueblo. Si tenemos en cuenta que la voz del pueblo es la voz de dios, vox populi, vox dei, las encuestas no hacen otra cosa que intermediar entre lo que es la voz de los que no tienen acceso a los medios de comunicación, y esta verdad les molesta. No solamente a este régimen, sino que lamentablemente a los anteriores gobiernos también les molestaba cuando publicábamos una encuesta que no les favorecía, con la diferencia de que aquellos no amenazaban con denunciarnos ante un organismo penal, ni agredían a nuestros encuestadores, como lo están haciendo ahora.

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